La Peste, es definitivamente
un periodo oscuro, triste, vacío, donde reina la soledad, el hastió, la falta
de una razón de ser. La esperanza es lo único capaz de vivir en un mundo así,
donde lo reinante es el dolor y la muerte. El hombre es la vida animal más
extraña que existe, vive de ideas más que de vivir, de sueños más que de
realidad y muchas veces más de mentiras que de verdades. Aunque el pensamiento
humano pareciera ser tan amplio, si analizas o tratas de revisar sus impulsos te
das cuenta de que es tan simple.
La esperanza de un ser, la
esperanza de vivir, la esperanza de ser feliz son motores para vivir y en la
mayoría de las veces se deja de confiar en ese don tan complejo que es la vida.
Pero cuando esa esperanza asalta firmemente nuestras mentes y corazón, se
vuelve real, se vuelve magia y nos hace capaces de disfrutar ese regalo que
ilumina la vida, la razón de ser. En la sonrisa de un niño, en el cielo soleado,
en el sonar del agua correr apacible, en el olor de las flores, en el abrazo de
alguien esperado, en la lluvia amable, en el amargo de un limón, en un
dulce beso. En una sonrisa. Cuando se
hace algo por el bien de alguien más. En una mirada agradecida. En los sabores. En un cielo
estrellado, en la suave brisa en tu rostro.
Cuando se encuentra ese
instante de felicidad siempre es algo tan simple, y en esos momentos se es
feliz, en esos momentos se confía en la vida y queremos ser, simplemente ser.
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